
Son muchas las leyendas que se han tejido en torno a este villancico, tan sencillo y a la vez tan hermoso. Su historia es tan modesta como la propia canción, interpretada a lo largo de 19 décadas por famosos cantantes.
El autor del texto fue José Mohr, un sacerdote que se inspiró en la fe y en la confianza de los hombres. Franz Gruber compuso la música y era íntimo amigo del sacerdote. No se sabe con exactitud si la melodía fue cantada por primera vez durante la misa o después de ella, pero lo que sí es seguro, es que la gente de la pequeña población de Oberndorff sintió una gran emoción al oírla. Pero nadie pensó que ese villancico, junto con los nombres de José Mohr y Franz Gruber, alcanzaría la inmortalidad. (Para más información contactar a la autora del blog en autoresdelmundo@gmail.com)