[Con información de ElPaís.es] - El Museo Chillida-Leku colgó recientemente el cartel de cerrado. No por vacaciones, ni por reformas, sino por déficit económico. La noticia no generó sorpresa pero sí tristeza, no solo en el mundo de la cultura, que mira de reojo y con temor sus cuentas, sino en gran parte de la sociedad que ve en los hierros oxidados del escultor vasco Eduardo Chillida, uno de los artistas más importantes del siglo XX, valores de universalidad y autenticidad. El cierre de un museo genera inquietud, pero, además, plantea interrogantes en torno al modelo de gestión más adecuado y la búsqueda de alternativas en época de crisis. La explosión de museos de autor de los últimos años se ve así cuestionada y algunos expertos abogan por concentrar las colecciones en los grandes recintos.
Pero no existen únicas fórmulas de gestión. Según los juristas, se trata de ahondar en formas que aúnan lo público y lo privado. Los museos públicos tienen sus propias directrices que van evolucionando hacia una mayor autonomía aunque tampoco son ajenos a recortes presupuestarios. Es el caso del Museo Reina Sofía, a quien el Gobierno le ha concedido este año en su 20º aniversario una ley que le dará más libertad de gestión; el Thyssen-Bornemisza, es pionero en la gestión privada de fondos públicos; el Museo del Prado, lleva tiempo manejando sus fondos con mayor autonomía y el Museo Guggenheim de Bilbao, obtiene de las aportaciones privadas, aproximadamente, un 25% de su presupuesto anual.La Fundación Antoni Tàpies, un museo de autor como el de Miró, Guerrero u Oteiza, sigue con atención los pasos que pueda dar la familia Chillida para garantizar la supervivencia de Chillida-Leku. El modelo de gestión del museo del artista catalán (Barcelona, 1923) creado hace veinte años, es una de las alternativas que podría seguir Chillida-Leku.
Al borde del parte de defunción se encuentra el Centro José Guerrero de Granada, donde las discrepancias en cuanto a la gestión de la fundación, entre la familia del artista y la Administración pública ha provocado que la familia haya retirado las obras de la fundación. La familia de José Guerrero (Granada 1914-Barcelona 1991), uno de los pintores abstractos más importantes de su generación, quiere que el museo se articule bajo las directrices del documento de buenas prácticas suscrito hace cuatro años por todo el sector artístico con el apoyo del Ministerio de Cultura para garantizar, entre otras cuestiones, la despolitización de los museos.
Entre tanto déficit artístico surge la Fundación Gala-Dalí como uno de los centros más rentables, convirtiéndose en la primera institución de gestión privada de España en número de visitantes y la tercera solo por detrás del Prado y el Reina Sofía. Durante 2009, los centros de la Fundación recibieron más de 1.200.000 visitas, a pesar de descender un 3,4% por la crisis. La fundación del genio del surrealismo (Figueras, 1914- 1989) no recibe ayudas públicas y se jacta de mantener su independencia de cualquier instancia política y de sobrevivir con los ingresos de la venta de entradas, la venta de recuerdos, los ingresos de los derechos de propiedad y las cuotas de los amigos del museo. La fundación ingresó más de 13 millones de euros en 2009 y cuenta con un excedente de más de cuatro millones.
Por su parte, el escultor Jorge Oteiza (Orio 1908-San Sebastián 2003), contemporáneo de Eduardo Chillida, dejó bien hilado su legado artístico que donó al pueblo de Navarra para desvincularlo de una representación política. La fundación, privada pero financiada por el Gobierno navarro, está formada por un patronato donde hay representación institucional y miembros escogidos por el propio Oteiza. (Para más información contactar a la autora del blog en autoreslatinos@gmail.com)