[Con información de Elpais.es] – El escultor español Eduardo Chillida tuvo un fue un sueño visionario de que acabó por convertirse en pesadilla. Según él mismo reconocía, le provocaba insomnio y una "extraña úlcera". El sueño -que nació en 1985 de un verso ("lo profundo es el aire") de Cántico, de Jorge Guillén, y de una visión nocturna (una montaña despojada de su interior para que el espacio entrara en ella, un homenaje a la pequeñez que nos une a todos los hombres)- encontró su montaña sagrada en 1994 en la isla de Fuerteventura. Al elegir el monte Tindaya, el artista descartaba parajes de Sicilia, Finlandia y Suiza al enamorarse de una tierra de basalto que a la larga le provocaría más de un disgusto. El artista entró en una eterna polémica que paralizó de manera sincopada su idea más ambiciosa y que hasta hace poco parecía nuevamente enterrada. Pero 16 años después de que empezara todo -y 20 días después de que cerrara el museo Chillida-Leku- la montaña mágica de Chillida revive.
La reunión que mantuvieron ayer en San Sebastián la familia Chillida con el presidente de Gobierno de Canarias, Paulino Rivero y su consejero de medioambiente, Domingo Berriel, despertó todas las esperanzas y, también, todas las alarmas. El plan es convocar en un plazo de dos meses el concurso público para la adjudicación de la obra, cuya realización costaría 75 millones de euros. Tal y como lo ideó Chillida, el proyecto consistía en horadar en el corazón de la montaña una cavidad cúbica de 50 metros de lado excavada a pico. En los últimos años no han faltado ni las polémicas ni los problemas judiciales: extrañas desapariciones de partidas millonarias, cuantiosas indemnizaciones y oportunos cambios legislativos para soslayar las numerosas figuras de protección con que cuenta Tindaya (el Gobierno autonómico cambio recientemente el catálogo de especies amenazadas de Canarias y ha aprobado unas nuevas normas de conservación de la montaña).Por un lado, la voluntad del artista y el deseo de realizar su obra más ambiciosa con el apoyo de los políticos locales. Por otro, la contestación de ecologistas, arqueólogos, gemólogos y antropólogos que han defendido que vaciar Tindaya (montaña sagrada que emerge en un territorio llano cuyos acantilados parecen cambiar de color según pasan las horas del día) es un atentado al patrimonio cultural y natural de las islas. En 2008, un informe del Defensor del Pueblo cuestionaba una obra que dañaría 217 grabados rupestres podomorfos declarados Bien de Interés Cultural. (Para más información contactar a la autora del blog en autoreslatinos@gmail.com)